La salsa tártara es una de esas deliciosas preparaciones que logran elevar el sabor de cualquier plato, especialmente aquellos con base de pescado, mariscos, y frituras. Con su sabor ácido y cremoso, esta salsa es un clásico en la cocina internacional, muy fácil de preparar y con un abanico de variantes que permiten ajustarla al gusto de cada persona.
Esta salsa es versátil y fácil de preparar, aunque su uso no está muy extendido en nuestra gastronomía. Su origen europeo y el uso de ingredientes sencillos y económicos para su preparación, unido a amplia gama de aplicaciones en las recetas la convierten en una herramienta imprescindible en la cocina.
El origen de la salsa tártara
El origen de la salsa tártara está envuelto en una mezcla de historia y mitología gastronómica. Aunque su nombre podría hacer pensar que proviene de las tribus tártaras de Asia Central, su origen es en realidad europeo, concretamente francés. El nombre «tártara» hace referencia a los tártaros, un grupo étnico que en la Edad Media era temido en Europa por sus invasiones. Sin embargo, la relación entre estos pueblos y la salsa es más bien anecdótica.
La salsa tártara apareció por primera vez en los libros de cocina franceses en el siglo XIX. Se cree que su nombre fue inspirado por la reputación de los tártaros como guerreros salvajes, y el término «a la tartare» se usaba en la cocina francesa para describir platos que incluían ingredientes crudos o ligeramente cocidos, como el filete tártaro (una preparación de carne cruda). La salsa tártara original era una emulsión similar a la mayonesa, a la que se añadían ingredientes picados como pepinillos, alcaparras y hierbas.
Receta de la salsa tártara
Ingredientes
La salsa tártara tiene una base muy sencilla que permite experimentar con diferentes ingredientes. Aunque las materias primas básicas que toda salsa tártara tiene que llevar son: 1 taza de mayonesa que es el ingrediente base de la salsa (puedes utilizar mayonesa casera o comprada), 3 pepinillos en vinagre que aportan el característico sabor ácido y crujiente, y 1 cebolla pequeña, preferiblemente una cebolla blanca, finamente picada.
También lleva dos cucharadas de alcaparras que proporcionan un sabor salado y ácido, dos cucharadas de perejil fresco, que aporta frescura y color. Una cucharadita de mostaza de Dijon, que aporta un toque de acidez y profundidad al sabor original de la salsa. Y una cucharada de zumo de limón, que refuerza la acidez y equilibra la cremosidad de la mayonesa. Además, de sal y pimienta al gusto para ajustar el sabor final.
Preparación
La preparación de la salsa tártara es sencilla y rápida, lo que la convierte en una excelente opción para realzar tus comidas sin demasiado esfuerzo. Comienza picando finamente los pepinillos, la cebolla y el perejil. Las alcaparras pueden dejarse enteras o picarse ligeramente. A continuación, en un bol, coloca la taza de mayonesa. Si decides utilizar mayonesa casera, recuerda que el aceite debe ser suave para que no predomine sobre el sabor de la salsa.
Después añade la mostaza de Dijon y mezcla bien hasta que se integren ambos ingredientes. Y agrega los pepinillos, la cebolla, las alcaparras y el perejil a la mezcla de mayonesa. Con una cuchara remueve hasta que todos los ingredientes estén bien distribuidos en la salsa. Y añade el zumo de limón, la sal y la pimienta al gusto para ajustar el sabor. Puedes añadir más zumo de limón si prefieres un sabor más ácido, o más pepinillos y alcaparras si te gusta un toque extra de encurtidos.
Si tienes tiempo, deja reposar la salsa en el refrigerador durante al menos 30 minutos antes de servir. Esto permitirá que los sabores se mezclen y la salsa adquiera una mejor textura y sabor. Una vez lista, puedes utilizar la salsa inmediatamente o guardarla en un recipiente hermético en el frigorífico durante unos días.
Cómo tomarla
La versatilidad de la salsa tártara es uno de sus puntos fuertes. Es un acompañamiento perfecto para una amplia gama de platos, especialmente aquellos que tienen un sabor suave o necesitan un contraste ácido y cremoso. La combinación más clásica es con pescado frito o a la parrilla, como el bacalao, el salmón o el lenguado. También es ideal para acompañar mariscos como camarones, mejillones o cangrejo.
Esta salsa también se puede untar en sándwiches de pollo, pescado o incluso hamburguesas, añadiendo un toque de sabor y una textura cremosa que complementa perfectamente los ingredientes. Aunque menos común, la salsa tártara puede ser utilizada como aderezo para ensaladas, aportando un sabor único y distinto a los clásicos aliños.