Los pestiños son un dulce tradicional español con una larga historia, especialmente popular en regiones como Andalucía y Castilla-La Mancha. Estos pequeños manjares son típicos de la gastronomía navideña, aunque también se disfrutan durante otras festividades, como la Semana Santa.
Y es que, son mucho más que un simple dulce son testimonio de la rica historia de España y su gastronomía. Con ingredientes sencillos como la harina, el aceite y el vino, junto con toques aromáticos de anís y cítricos, este postre ha perdurado a lo largo de los siglos, en las casas durante las celebraciones familiares.
La receta de los pestiños: ingredientes básicos
Ingredientes
- 200 mililitros de aceite de oliva virgen extra
- 200 mililitros de vino blanco
- una cucharada de semillas de anís o malahúva
- una unidad naranja o limón (la cáscara)
- una cucharadita de canela en polvo
- un paquete azúcar
- un tarro de miel
- un paquete de harina (un kilo)
Elaboración paso a paso
- En un bol añadir los ingredientes secos: la harina, medio paquete de azúcar, las semillas de anís, la cáscara de naranja o de limón y la canela.
- Agregar al mismo bol los ingredientes líquidos: la mitad del aceite de oliva y el vino blanco.
- Batir la mezcla con la batidora eléctrica a baja velocidad para que las semillas de anís no se trituren demasiado.
- Dejar reposar la masa hasta que espese.
- Utilizar la masa para darle forma a cada pestiño.
- Calentar abundante aceite en la sartén a fuego muy alto.
- Freír los pestiños hasta que se doren.
- Dejar enfriar los pestiños.
- En otro bol mezclar añadir azúcar.
- Rebozar los pestiños con el azúcar o añadir miel por encima de cada pestiño.
Receta de los pestiños
Ingredientes de los pestiños
La harina es el ingrediente principal que da estructura y forma a la masa. Se utiliza harina de trigo común, que al mezclarla on el resto de ingredientes permite obtener una masa manejable y elástica. El aceite de oliva es fundamental en la receta, tanto para la masa como para freír los pestiños. Su sabor característico aporta un toque único al dulce. Además, se infusiona con cáscara de limón o naranja, lo que aromatiza la masa.
El vino blanco es un ingrediente clave que aporta suavidad y ayuda a que la masa quede más ligera y crujiente al freírse. También contribuye al sabor, añadiendo una ligera acidez que contrasta con la dulzura del azúcar o la miel con la que se bañan los pestiños. Las semillas de anís o de matalahúva tienen un sabor anisado que da al pestiño un toque especial.
La cáscara de naranja o limón se utiliza para aromatizar el aceite de oliva. Al calentarlo con la cáscara, el aceite absorbe los aceites esenciales de los cítricos, lo que da un perfume sutil y fresco a la masa. La cáscara se retira antes de amasar, pero su sabor permanece impregnado.
Aunque la canela no es estrictamente necesaria en todas las versiones de pestiños, es común espolvorear un poco sobre el resultado final. La canela refuerza los sabores aromáticos y especiados del postre. Un poco de sal es esencial para equilibrar los sabores dulces y aromáticos, ya que realza el gusto de los demás ingredientes sin sobresalir.
Después de freír los pestiños, se bañan en azúcar o miel. Ambas opciones son tradicionales, aunque la versión con miel es la más antigua. La miel se calienta para que sea más fácil cubrir los pestiños, dándoles un acabado brillante y un sabor más intenso. El azúcar, por su parte, ofrece una textura granulada que contrasta con la suavidad de la masa frita.
Método de elaboración paso a paso detallado
Calienta el aceite de oliva en una sartén a fuego medio. Añade las cáscaras de limón o naranja y las semillas de anís o matalahúva. Deja que las cáscaras liberen sus aroma durante unos minutos, pero cuidado con que no se quemen. Retira las cáscaras del aceite y deja que éste se enfríe un poco. En un bol grande, tamiza la harina y añade una pizca de sal.
Luego, vierte el aceite aromatizado (tibio), el vino blanco y mezcla bien todos los ingredientes. Amasa hasta obtener una masa homogénea, suave y elástica. Si la masa está muy seca, añade un poco más de vino o agua. Si está pegajosa, incorpora un poco más de harina. Cubre la masa con un paño limpio y déjala reposar durante al menos media hora.
Pasado el tiempo de reposo, extiende la masa con un rodillo hasta que quede fina (aproximadamente de dos a tres milímetros de grosor). Corta la masa en cuadrados o rectángulos de unos seis centímetros de largo y pliega las esquinas opuestas hacia el centro, presionando ligeramente para que se mantengan unidas mientras los frías.
Calienta abundante aceite de oliva en una sartén honda. Cuando esté bien caliente (pero sin que llegue a humear), fríe los pestiños en pequeñas tandas, dándoles la vuelta para que se doren por ambos lados. Retíralos y colócalos sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
Si optas por la versión con azúcar, reboza los pestiños con azúcar mientras aún estén calientes. Si prefieres bañarlos en miel, calienta la miel ligeramente y sumerge los pestiños en ella para que se impregnen bien. Deja que se enfríen antes de servir.
Origen de los pestiños
El origen de los pestiños está profundamente ligado a la influencia morisca en la península ibérica. Los árabes introdujeron muchos ingredientes y técnicas culinarias que se han mantenido hasta hoy en la gastronomía española, como el uso de la miel, las especias como el anís y la matalahúva, y las masas fritas.
Los pestiños, como muchos otros dulces tradicionales españoles, se consumen principalmente en épocas festivas, lo que refleja su conexión con las celebraciones religiosas. En Navidad y Semana Santa, los pestiños ocupan un lugar central en las mesas familiares, lo que confirma su carácter de dulce típico transmitido de generación en generación.